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La Colectiva Zurciendo el planeta creó este bosque como grito de esperanza ante una emergencia global.
No importa desde qué país nos leas ¡esto te afecta!
Tenemos una mala noticia y una buena.
La mala noticia – no desvíes la vista: ¡sí te importa!
A veces a la gente le da miedo que vivir de manera más “ecológica” va a significar una pérdida de calidad de vida. Pero es equivocado hacer una equivalencia entre comodidad y calidad de vida. Sí tendrán que aprender hábitos nuevos pero es preferible aprenderlos ahora, semana con semana, a encontrarte en 10 o 20 años sin agua, sin luz, en una crisis de hambre y desestabilización social general. En los países del norte global cuesta imaginarlo. La gente cree que el cambio climático sucede en otras partes. Recordemos que unos años antes de la segunda guerra mundial la gente en Europa tampoco hubiera imaginado que pudiera suceder la devastación que se les vino encima.
En lugar de confiarnos de suposiciones sin fundamentos, veamos lo que nos dice la ciencia: el aumento de temperatura que prevén los científicos si se cumplen los acuerdos internacionales existentes nos llevarán a escenarios de más de 2.4 ℃ de calentamiento promedio, que desestabilizará el clima más que ahora y afectará gravemente a todo el planeta. Ya lo hemos visto este año con inundaciones, sequías, incendios y tormentas tropicales (y apenas estamos en 1.2 ℃). Los eventos meteorológicos se irán agravando.
Este año las Naciones Unidas declaró que la hambruna en Madagascar es la primera provocada exclusivamente por el cambio climático pero a fines de 2021 45 millones de personas en el mundo están pasando hambre por una combinación de sequías y conflictos en 43 países.
El alce continuo de temperatura amenaza a toda la biodiversidad del planeta, incluidos los elementos esenciales de la dieta humana. Se podría dar que fracasen las cosechas en varios continentes al mismo tiempo antes de fin de siglo. En ese caso morirían millones en un lapso muy breve.
Eso sí sería una verdadera pérdida de calidad de vida.
La buena noticia: no tiene que ser así
Si bajamos nuestras emisiones bruscamente, aunque nos cueste un reajuste de 2 o 3 años y nuevos hábitos desde lo cotidiano, lo laboral hasta lo industrial, ese escenario infernal desaparecerá y surgirán muchos otros alternos. Esos nuevos hábitos personales significarán estar más conectados a nuestra localidad y a los productores en términos de alimentos y materias primas y más atentos a regresar las materias usadas a sus orígenes. Significará rediseñar los aparatos de uso común para ser muy duraderos y fácilmente reparables, reducir el uso del plástico desechable y revalorizar el agua y la energía. Simplemente porque salen de la llave y el enchufe las damos por hechos, pero todo viene de algún lado y tiene un impacto para hacértelo llegar. Significará reconsiderar a fondo algunos conceptos económicos que nos han traído hasta aquí y pensar en un decrecimiento para el bienestar de todos.
Estos cambios no tienen que ser penosos, especialmente si los hacemos sabiendo que en estas acciones yace nuestra supervivencia y felicidad futuras.
Estamos viviendo un momento de ruptura lleno de oportunidad para crear un mundo más justo y una forma de vida más regenerativa, capaz de sostener incluso la enorme población humana que tenemos hoy en día.
El bosque de esperanza y optimismo tenaz
El bosque de esperanza fue creado por una colectiva latinoamericana, principalmente en México, Argentina y Chile con el fin inmediato de llevarlo a sembrar fuerza y esperanza en Glasgow durante la COP 26. Nosotras creemos que ese futuro alternativo es posible y mil veces más preferible que aquel hacia el que estamos encaminados actualmente.
Sin embargo, en la conferencia climática en Glasgow este mes, los gobiernos de casi 200 países no tomaron las decisiones contundentes necesarias para lograr una transformación profunda y veloz en nuestras sociedades. Controlados por grupos de poder económico que siguen ganando con la extracción de combustibles fósiles, las decisiones tomadas (si se cumplen) son apenas una ligera mejora con respecto a los acuerdos anteriores pero nos dejan muy por encima de 2 grados centígrados de calentamiento global. Esto es inaceptable. No hay impedimentos reales para la toma de mejores decisiones: es simplemente voluntad política.
Después de la COP 26
El bosque entonces, ahora seguirá creciendo, y representa el grito de optimismo tenaz de todas nosotras. Los árboles son símbolos de vida y esperanza desde tiempos inmemoriales. También son mecanismos de mitigación actual, limpian el agua y el aire, retienen y regeneran la tierra, nos enseñan lentitud, paciencia: el cambio que debemos hacer. En los últimos años los estudiosos de los árboles han entendido que no son seres solitarios como podrían parecer en las ciudades sino que viven en comunidad y se apoyan para el bien común. Cuanto más grande crece un árbol, más organismos encuentran cobijo y comida entre sus ramas y raíces. Tenemos mucho que aprender de ellos.
Por eso elegimos bordar árboles, un bosque entero, para la COP26. Este es nuestro mensaje sobre destrucción y esperanza, de urgencia y de posibilidad.
No somos una especie destructiva por definición. Somos una especie por demás ingeniosa. Ahora toca aplicar 8 mil millones de ingenios al reto más grande que hemos enfrentado jamás como especie, el primero que enfrentamos con los ojos abiertos. Ninguno de nosotros debe pensar que no tiene nada que ver con este problema. Cada pequeña acción que tu hagas para reducir tu huella, es una milésima de grado que no aumenta la temperatura futura.
Dentro de la colectiva, la mayoría de nosotras no nos conocemos en persona, sino solamente en línea. Nos encontramos en un taller de costuras ecológicas durante la pandemia en 2020. Si un grupo de desconocidas puede juntarse para crear un bosque como este en la distancia, los grupos locales pueden crear el nuevo mañana cuadra por cuadra, composta por composta y trueque por trueque.
El único camino para bajar bruscamente las emisiones globales de carbón atmosférico es reducir mucho y muy rápido la extracción de carbón fósil del subsuelo (según los científicos para 2030 tenemos que estar a 50% de los niveles de 2019), esto implica por lo menos ya no abrir ninguna explotación nueva y cerrar muchas en operaciones. En la COP 26 solo 11 gobiernos nacionales y subnacionales formaron parte de una Alianza más allá del petróleo y el gas (BOGA, por sus siglas en inglés: Beyond Oil and Gas Alliance) para lograrlo: Costa Rica, Dinamarca, Francia, Irlanda, Suecia, Quebec (Canadá), Gales (Reino Unido) y Groenlandia en primera instancia; Nueva Zelanda, California (EEUU) y Portugal son miembros asociados de la Alianza.
En cambio las grandes petroleras ya calcularon que podrán seguir sacando ganancia cuando la temperatura global haya subido +2.4℃ y a pesar de estar prohibida su participación formal en la COP 26, estuvieron sus representantes presentes en números mayores a la de ninguna delegación nacional. Esto es totalmente insuficiente y revela que la mayor parte de los países
Uno de los pequeños logros de la COP 26 es que las NDC (las contribuciones nacionales que determina cada país) se evaluarán CADA año en lugar de cada 5. La COP 27 se llevará a cabo en 1 año en Egipto y necesitamos que todos nuestros gobernantes lleguen al Cairo con un mandato mucho más fuerte de sus pueblos a descarbonizar sus naciones.
No importa en qué país estés – todos debemos actuar.
¿Quieres saber qué puedes hacer tu? Este enlace te lleva a nuestra página web donde podrás leer muchas ideas de como vivir de manera más sostenible y reducir tu huella de carbón, hídrica, y hacer menos daño al medio ambiente en general.
La colectiva Zurciendo el planeta trabaja exclusivamente con telas de reuso porque la industria textil contribuye hasta un 10% de las emisiones de GEI (cifras de la Unión Europea).
¿Pero qué puedo hacer yo?
- El bosque de optimismo en la prensa
- El optimismo tenaz