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Otro mundo sí es posible: mi década en el movimiento ecologista juvenil

ANOTHER WORLD IS POSSIBLE: MY DECADE IN THE GLOBAL YOUTH CLIMATE MOVEMENT – un documental de Slater Jewell-Kemker

Por Dora Napolitano

“Somos la única especie del planeta que tenemos la capacidad y el privilegio de decidir no extinguirnos. Es nuestra decisión.”
Palabras de Jean-Michel Cousteau en el documental.

Esta película documenta los 26 años de búsqueda de esa posibilidad de no extinguirnos pronto. Muestra la dificultad que nos ha dado como especie tomar los primeros pasos tentativos hacia un futuro mejor.

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Slater, de 11 años, entrevistando a Jean-Michel Cousteau

Yo tenía 14 años cuando empieza esta película en 1992. Me acuerdo que en la primaria me hablaban de la lluvia ácida, que se estaba talando mucho bosque en la Amazonía (algunas cosas no cambian). Pero la Amazonía estaba muy lejos de mi realidad entonces y la lluvia no me quemaba. Así que no crecí con la sensación de un peligro inminente. Pero esta película me hace ver que cuando yo tenía mis 14 años despreocupados, ya había quienes se empezaban a inquietar. El documental presenta un versión de la historia que no busca ser objetiva, pero es muy transparente en su mirada. Nos subraya que llevamos más de 26 años en esta lucha y no muy poco ha cambiado. Ese año Severn Cullis-Suzuki, una niña canadiense de 12 años, habló ante las NNUU y sus palabras siguen siendo igualmente ciertas. Podría leerles con la misma vehemencia en el COP 24 en Polonia a fines de este año: “Estoy peleando por mi futuro. Perder mi futuro no es como perder una elección o una baja de algunos puntos en la bolsa. No se olviden por qué asisten a estas conferencias. Ustedes están decidiendo cómo será el mundo en el que estamos creciendo. Por favor: hagan que sus acciones reflejen sus palabras.”

Esta es una película muy personal. Desde pequeña, a Slater Jewell-Kemker, la directora, le gustaba filmar. De 11 años entrevistó a Jean-Michel Cousteau, que le dejó una profunda impresión  e inspiración. A los 15 viaja como una de las representantes de Canadá, a la cumbre internacional de jóvenes sobre cambio climático en Kobe, Japón (2008). El año siguiente va a la cumbre en Copenhague, Dinamarca (2009) y el siguiente en Cancún (2010).

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Activistas en la playa durante la cumbre de Cancún (2010)

Slater siempre viaja con cámara y nos va comentando los sucesos. Pero después de estas tres, está desilusionada con el proceso diplomático internacional.

Las voces de los jóvenes que va conociendo se intercalan con imágenes de tormentas, hurricanes, inundaciones, incendios y sequías, y ella dice “mientras tanto, parecía que los tomadores de decisiones estaban viviendo en otro planeta”. Los jóvenes de todo el mundo están mucho más dispuestos a tomar decisiones de cambio que sus políticos. El director de campañas de Avaaz, el escocés Ian Keith, habla de que percibe que los jóvenes son “mucho más globales, más conectados entre si: más conscientes de su humanidad compartida”.

En la segunda mitad de la película Slater se retira de las conferencias oficiales y se va a visitar a los amigos que ha ido conociendo de Nepal y Bangladesh para ver cómo se vive el cambio climático. Documenta sequías e inundaciones a lo largo del pequeño país que es Nepal. Regresa a su casa y se vuelca a la granja de sus padres, se hace apicultora.

Canadá se retira del acuerdo de Kioto porque con las arenas bituminosas en producción no había manera que cumpliera con las metas a las que se había comprometido, y parece que la explotación no era negociable (algunas cosas no cambian).

Entonces Slater, que ha visto consecuencias del cambio climático en Nepal, decide ir a conocer esas grandes productoras de CO2 canadienses: las arenas bituminosas del norte de Alberta. Más allá de su producción de CO2 (y consecuencias para el clima), la explotación en superficie y subsuelo ha contaminado agua, suelos y aire y alterado profundamente los ecosistemas terrestres. Global Forest Watch estima que 800 mil hectáreas de bosques han sido deforestados para las excavaciones y el habitat de un area de 12 millones de hectáreas ha sido alterado como consecuencia de la explotación del hidrocarburo. La mayor parte de esta zona del norte de Alberta es territorio ancestral reconocido del pueblo Athabasca Chipewyan. Slater visita las comunidades indígenas cuyos lugares sagrados han sido intervenidos hasta ser irreconocibles y los niños le platican de los problemas que viven. Se declara horrorizada por la extensión y enormidad del proyecto extractivo.

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Vista aerea de la explotación de las arenas bituminosas, Alberta

En 2015 Ian Keith la convence de ir a la cumbre del clima en Paris. Le pinta un panorama mucho más optimista: dirigentes nuevos, Obama en Estados Unidos, las energías limpias van cada vez mejor, hay cada vez más gente en las manifestaciones. Y en efecto: por primera vez se logra un acuerdo. (Aunque no haya sido perfecto, ya que se haya firmado el acuerdo es un muy buen primer paso.) El año siguiente Trump gana la presidencia de Estados Unidos, y retira el país del acuerdo: será el único país que no ratifica el acuerdo.

Slater termina con frustración y esperanza: “Yo creo firmemente que otro mundo es posible”. Y me lo reitera en una entrevista. Está construyendo su «tiny house» (casa pequeña), preparándose para buscar otros proyectos y vivir de la manera más congruente para un futuro mejor.

Datos de la película

Otro mundo sí es posible: mi década en el movimiento ecologista juvenil
Directora: Slater Jewell-Kemker
Año: 2018
Duración: 86 minutos
Más información: http://www.anotherworldispossiblemovie.com
Dónde la veo: El premier mundial fue en Guadalajara, en marzo 2018. Aun no sabemos donde se vaya a poder ver pero tienen esperanzas de que eventualmente esté en Netflix. (Estaremos poniendo al día este dato en la medida de nuestras posibilidades.)
Trailer: https://www.ficg.mx/33/index.php/es/film4climate/1537-another-world-is-possible

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